Algunas veces cuando mi pequeña me dice que quiere se mayor o mamá para poder hacer cosas que ahora no puede hacer, me entristece… Nos pasamos muchos años de nuestra vida deseando ser mayores, pensando que de esa manera encontraremos la solución a todo lo que deseemos, sin ser conscientes que en ese momento empezarán los problemas.

No es que crecer sea horrible; yo adoro cumplir años. Ni que las decisiones que uno vayan tomando son una losa infranqueable. Personalmente en mi cumpleaños siempre miro hacia atrás y pienso si estoy donde quería, si se han cumplido mis deseos. A parte de soplar las velas, hago un Flashback en toda regla, casi equiparable al de nochevieja, manías.
Por lo general el balance es positivo, pero no es tema para este post. Es más bien el síndrome Peter Pan, que con campanilla o sin ella, me recuerdan mis pequeños bajitos. No os maravilla a veces esa espontaneidad que nos regalan. De esa explosión no contenida de sentimientos. Explosión, sí. Ahora me doy cuenta que esa explosión siempre existe, sólo aprendemos a domarla.
Puede haber algo más emocionante que un niño, puede que no. Existen muchas sensaciones que nos cautivan y nos deslumbran, pero si esas mismas percepciones vienen de la mano de un niño, son desgarradoras. Son pura energía, sin pensar, sin razonar, sin medida.
Hasta ahora no me he considerado una persona especialmente artística, no era una faceta destacada en mi persona, aunque sí lo pienso, si soy creativa, y en especial hace unos cuantos años. Pero supongo que fui dejando esa vena aparcada, no trabajarla lo suficiente hizo que fuera apagándose. Pero he de decir que desde que tengo a mis dos enanos, ha florecido de nuevo.

Sí, no esperéis que dibuje un cuadro de millones, ni publique mi primera novela… Uno puede tener generación de ideas de maneras muy diversas. Pero algo se despertó, esa explosión de ideas, sin límite, resurgió. Prueba de ello es este blog. Como iba yo a osar a atreverme, impensable.
Pero fue, renació y crece de nuevo, con ellos, vacilando, inseguro, pero valiente, no temerario, expectante. Como todo lo que se ve con nuevos ojos incierto pero maravilloso. Porque no todo lo hemos de dejar en el camino, ya se dejan muchas cosas, personas, ideas ¿no?, tengamos el valor de crecer, de volver a creer que cuando seamos mayores todo tendrá solución.
¿No creemos todos que Mafalda, siendo tan solo una niña, nos da lecciones de coraje y realidad da igual los años que llevemos leyéndola? Pues escuchémosla una vez más, no está mal que nos recuerden donde nos hemos perdido.
Y cuando somos mayores queremos volver a ser niños, sin problemas ni responsabilidades…. Ainsss
El cuento de nunca acabar ;).Esta claro que el ser humano es muy inconformista, así nos va jeje
Yo no quiero volver a ser niña pero sí a los veintipico, cuando sólo me preocupaba de trabajar y salir de fiesta! Y esas acampadas en el Sella… ay qué bien vivíamos….
Eso es verdad, la mejor edad los veintipocos, dispones de ganas, energía, tiempo… Solo falta el dinero ;). Luego tienes dinero y te falta el resto jejeje
Bonita reflexión…cada etapa de la vida tiene sus ventajas e inconvenientes, deberíamos muchas veces vivir mas el día a día y no apresurarnos
Tenemos tantas ganas de crecer los primeros años, que luego el vértigo nos frena. Siempre hay un reto sea la edad que sea, el viaje siempre empieza ahora.